CIENTO MENOS
Esta balanza me obliga a querer algunas cosas
y a odiar otras en su perpendicularidad
como al tráfico de Santo Domingo
y mi adorada soledad.
Y es que debo adorarla,
con tanto tiempo
si hasta le he cogido cariño.
Como cuando era niño
y adoraba las semillas de cajuil.
Como cuando era niño
y no asistir a clases era vivir.
Ahora vivir se reduce trabajar de siete a siete
procurando que la vida no me empeñe.
Tras varios años en este vaivén
siento que cada día siento menos
que el amor es un simple pasajero
a punto de lanzarse a caminar.
1 Comments:
tal vez sólo necesite un empujoncito
8:01 p. m.
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