Postales desde Marruecos
Quién dijo que tus labios podrían saber a nada
que las nubes me abandonarían
entre tanto calor, frío y agonía
que mis días serían madrugadas
que mis noches estarían iluminadas
por la lamparita que matiza mi condena.
Quién dijo que tu cuerpo me sería tan ajeno
Que entre un montón de telas imagino
Ver tus ojos tan divinos
Como si ambos me vieran
bajar por las escaleras
Bien afuera del olvido.